Es una historia muy lejana, se remonta a cuando yo tenía siete años.
El día de Reyes, una fiesta que en aquel entonces, debido a que nos encontrábamos metidos en una guerra civil, no se celebraba, en mi casa sí que la celebrábamos, yo por la noche en el balcón ponía agua y paja para los Reyes y los camellos. Continua llegint