Quién me iba a decir a mis ochenta y dos años, que este iba a ser mi primer año en el que he saboreado todas las fiestas, una a una y día a día, con toda la ilusión que conllevan estos días tan señalados. Lo he pasado con mi gente, mis chiquitajos, con sus caritas llenas de alegría e ilusión, con mis nietos que también por una parte me han dado alegría y por la otra tristeza.
La primera, la alegría: mi nieto Carlos se casará en Octubre. Continua llegint