He sido una de las que ha tenido un enfermo de Alzheimer durante 8 años. Era mi marido.
Hace un año que ha muerto y, la verdad, es que cuesta mucho conformarse, a pesar de que ya no era vida tal como estaba.
Ha estado en casa. Lo he cuidado siempre yo sola. Para algo urgente tenía a mis hijos, pero las noches y el día a día eran para mí.
Un médico me habló de que había un centro de día, y al final me convencí de que era lo mejor. Lo llevaba por la mañana y a las cuatro lo iba a buscar. Los primeros días le costó acostumbrarse y yo lo pasaba mal porque no sabía si se daba cuenta. Pienso que fue lo mejor para él.
Entonces una asistente social me habló de unas reuniones una vez al mes.
Quería venir pero no podía dejarlo solo. Venía una chica voluntaria y se quedaba dos horas con él para que yo pudiera venir. Esto me ayudó mucho.
Yo estaba muy desesperada. Me fueron muy bien estas reuniones porque se preocupaban mucho de nosotras. Éramos todos con el mismo problema, y ahora voy continuando siempre que puedo.
Carmen Alcaraz