Los catalanes somos gente muy trabajadora, pero no olvidamos nuestras tradiciones y aunque sean días laborables celebramos nuestras fiestas, como por ejemplo: San Jordi, San Juan, etc. Ahora nos vamos al “entierro de la sardina”, esta fiesta empieza el Jueves Lardero, gastronómicamente muy rico, butifarra de huevo, chicharrones, manjares que salen de las manos de la gente que habita en los pueblos de montaña como La Garriga, Vic, Viladrau y también de las empresas como “Casa Tarradellas” : alimentos del cerdo y que todo entran en la dieta mediterránea y que en esta fiesta son importantes. Aquí empieza el Carnaval, en mi infancia, estaba prohibida su celebración, ya que vivíamos una dictadura y todo estaba prohibido, menos el “entierro de la sardina”, ya que se consideraba una fiesta infantil.
Por aquel entonces yo tenía ocho años y en el mercado, en las paradas de pesca salada o “bacallanaria”, vestían con papeles de varios colores a las sardinas, éstas iba prensadas en una bota redonda y se les llamaba “arengades” o en la voz popular “guardias civiles”, las paradas hacían su agosto, las mamás las compraban para sus hijos.
En los colegios hacían fiesta por la tarde y allá van los niños de excursión a Montjuic, Les Planes o Vallvidrera, jugábamos y cantábamos y antes de regresar al colegio, se hacia un hoyo en la tierra y enterrábamos la sardina.
Ahora en mi casa también la enterramos, vienen mis amigas armamos la mari morena y al llegar al final de la “gresca” (en catalán), jolgorio (en castellano), ponemos la sardina en una caja, le recitamos un verso y adiós al Carnaval hasta el próximo año, así de esta forma damos por terminado el pecaminoso Carnaval. Yo visto a las sardinas con ropa y cada una de estilo diferente, como podréis ver en la foto adjunta.
También quiero recordaros que en aquellos tiempos cuando yo era jovencita, cada Miércoles y Viernes estaba prohibido comer carne, a esto se le denominaba abstinencia, ahora bien, la Iglesia Católica Romana concede como privilegio en forma de documento denominado Bula: que el poseedor de este documento puede ingerir ciertos alimentos en estas épocas, dependiendo del tipo de privilegio concedido, por lo tanto si pagabas la Bula a la Iglesia, podías comer carne, negocio redondo, ya que en esos tiempos había más creyentes y beatos que ahora no hay, por lo cual este negocio se ha extinguido. .
M’ha encantat Montse. Tens la expressiö tan maca com els teus sentimens.