Si soy tu padre anciano, tócame.
Como me acariciaban cuando era pequeño.
Coge mi mano, siéntate cerca de mí, dame tu fuerza
y calienta mi cuerpo cansado con tu proximidad.
Mi piel está arrugada, pero goza cuando es acariciada.
No tengas temor. Sólo tócame.
Tomado de “El poder del Tacto. El contacto físico en las relaciones humanas” de Phyllis K. Davis. Editorial Paidós Ibérica
Para leer el poema entero http://edukame.com/2009/09/24/por-favor-tocame/