De un texto de J.M. Alimbau he extraído este resumen:
- Tenemos montones de cosas y de aparatos electrónicos; móviles y juegos; comemos y dormimos……………………………. pero no hay alegría.
- Estamos informados como nunca………………..pero no hay alegría.
- Existen muchísimos lugares pensados para la diversión, como los clubes, las discotecas y otros. Se oye demasiado ruido, hay grandes risotadas y numerosos placeres para el cuerpo……………………………pero no hay alegría.
A los diez minutos de estar solos (en silencio) se agolpan en el interior el vacío, la fugacidad, el mal sabor de boca y el alma desencantada. Es el sinsentido de la vida…
De ahí que no haya alegría.
P. Lersch del Instituto Psicológico de la Universidad de Munich, afirma que existe:
- Una alegría superficial/fisiológica, relacionada con la diversión; está ligada al momento concreto del placer; es de efecto pasajero, parcial y limitado.
- Una alegría interior que es profunda, espiritual. Viene de darle sentido a la propia vida y de la vivencia de la fe. Ella da a nuestros pensamientos y a nuestra voluntad una dirección concreta. Además, la alegría proporciona una brillantez especial en las percepciones de cada momento y nos muestra todo el horizonte a una nueva luz.