El verano transcurrió sin pena ni gloria pero sí con mucho calor; apenas he salido, sólo a dar unas vueltas por el barrio. Pero a finales de septiembre me fui a Palma de Mallorca ya que allí tengo a mis cuñados y seis sobrinos; me apetecía verlos a todos y a la vez celebrar el cumpleaños de mi cuñado (80 años) y como quería darle una sorpresa, me instalé en casa de Charin, mi sobrina.
Charin me vino a buscar al aeropuerto, me alegré mucho ya que tienen un perro llamado “Roqui”. Por la mañana cuando me levanté mis sobrinos estaban trabajando. Yo me aseé, almorcé y me fijé que en el patio tenían plantas. Yo también soy muy amante de las plantas, así que salí a verlas, las vi de golpe, no me fijé que había un peldaño y “ahí que te vas Montse” caí todo lo larga que soy!; Roqui no se separaba de mi lado, yo pedía ayuda y el Roqui ladraba. Estuve tirada en el suelo media hora y aguantando la lluvia, pero hubo un momento en que Roqui se fue corriendo a la verja y se volvía donde estaba yo así, lo hizo tres veces. Al final oí una voz que decía: “Roqui estas muy nervioso, ¿qué te pasa? Yo volví a pedir ayuda y entonces la vecina me dijo que no me preocupara que iba a buscar ayuda. Y así lo hizo, saltaron la verja y me levantaron. Luego supe que el señor era bombero, y ¡vaya bombero! Luego vino un vecino que tenía la llave, pero Roqui de mi lado no se separaba.
Bien, todo esto es el principio de la aventura. Mis sobrinos se asustaron y acordaron que me instalara en casa de sus padres, sí fue una sorpresa para ellos ya que nada sabían de mi estancia. Se celebró el cumpleaños muy bien. Éramos 22 y mi cuñado dio las gracias por la asistencia y en especial a mi cuñada-hermana. Yo me emocioné mucho y mi cuñado también, a los dos se nos escapó lágrimas de alegría. Estuve dos días más con ellos.
Y a todo toca su fin, y así se acaban mis tan esperadas vacaciones.
Al aeropuerto me acompañó Charin, a lo primero de todo fuimos a facturar la maleta y me dice la Srta. que había exceso de equipaje. Yo le conteste: no es cierto, cuando vine llevaba lo mismo y no pagué nada a la salida de Barcelona. Total paga y calla, en efectivo no quiso que pagara, tenía que ser con tarjeta, yo soy anti-tarjeta, así que a Charin le tocó sacar su tarjeta… Al llegar al control nos despedimos y nada más irse (a mí me llevaban en silla de ruedas) se me abalanzó un mastodonte, que pesaría 100 kg y pico) sin mediar palabra, me empezó un toqueteo, parecía un pulpo; yo ya cabreada chillando le dije “ya está bien de palparme” de esta manera, deje de tocarme ya. Esto se avisa, yo no me hubiera enfadado. Primero se avisa, luego se actúa, que es su trabajo y los viajeros como yo contribuimos a su nómina.
Todo el resto del viaje fue bien, el comandante del avión me alegró el viaje, me preguntó por qué estaba disgustada y le comenté lo ocurrido y me dijo que había oído hablar de este funcionario. Al despedirme me saludó muy efusivamente: “la próxima vez no ocurrirá nada desagradable, al contrario, yo hablaré por usted”.
Tengo que hacer constar que el servicio de sillas del aeropuerto tanto a la ida como a la vuelta fue excelente.
A ti, Chari, que siempre te toca ir y venir al aeropuerto, y pagar el exceso de equipaje (que no era verdad), gracias por todos tus desvelos y a Roqui muchas caricias por su comportamiento hacia mí.
Tía Montse