La Vanguardia 3/03/2012. Suplemento .es
PREGUNTA
Estimado señor Calle, me llamo Lorena y, aunque ya tengo casi setenta años, sigo practicando yoga. Comencé hace más de un lustro y, si puedo, no lo dejaré nunca, pues me viene muy bien para los huesos y para tranquilizarme.
Estoy viviendo una situación muy difícil en casa y necesito queme ayude con sus indicaciones y consejos. Tengo un esposo que empieza a padecer demencia senil y parece ser que ésta puede ir a más en lo que res-pecta a despistes mentales, irritabilidad, cambios de carácter, incapacidad a veces para hilar bien las palabras y otros síntomas. Trato de hacerle la vida lo más fácil posible, pero a veces se pone violento y meda miedo, si bien el médico me ha dicho que no irá a más. No es violencia física, sino verbal o de desplantes, reproches, algún insulto o palabra gruesa. Todo ello me produce mucho desgaste y hay noches en las que me cuesta mucho conciliar el sueño. También me deprime que una persona a la que tanto he querido y quiero, me trate de este modo, aunque a veces todavía sea cariñoso y gentil.¿Me puede aconsejar qué hacer para poder estar tranquila cuando no puedo dormir? ¿Qué actitud debo tomar cuándo mi marido se muestra hostil?
Cualquier sugerencia que me pueda dar me será de gran ayuda y ya el simple hecho de compartir esta situación con usted y sus lectores me resulta confortante. Gracias por todo.
RESPUESTA
Mi estimada amiga.
Ante todo gracias por escribirme y hacerme su confidente.
Seguir practicando yoga le será de gran ayuda para tranquilizarse, pero debe poner mayor empeño en la relajación profunda acompañada de respiraciones abdominales. Insista también un poco en ejercicios de meditación, y por la noche si se despierta o no puede dormir aproveche la exhalación del aire para ir soltándose y liberándose de tensión y ansiedad. La respiración abdominal o diafragmática es muy sedativa. Relaje el cuerpo por zonas y luego apóyese en ella para irse soltando cada vez más. Asimismo es útil concentrarse en las sensaciones que aparezcan en las palmas de las manos: hormigueo, cosquilleo, calor… El caso es no dejar que la mente le traiga pensamientos dolorosos y la perturbe. Por la mañana, al levantarse, haga algunos ejercicios de respiración muy profunda.
Cuídese y así estará más fuerte para poder llevar con más ánimo la situación que le ha tocado vivir con su esposo.
Con respecto a su marido, trate de no reaccionar desmesuradamente, no sólo en el exterior, sino en su propia interioridad. Trate también de mantener la calma, pero sin dejarse avasallar en absoluto y sabiendo velar por usted también. No le tenga en cuenta, debido a su trastorno, las palabras acres o malos modos. Es una buena ocasión para desarrollar compasión y ecuanimidad, aunque sé que no es fácil. Tome esas reacciones suyas como síntomas de su dolencia y no se resienta en absoluto por ellas. Aproveche cuando él sigue mostrándose cariñoso y trate de comunicarse con él. También puede decirle al médico, si su marido se encrespa demasiado, que le procure algún tranquilizante que él crea oportuno.
En esta situación sí que es conveniente recordarla admonición de Buda: “Si te proteges a ti mismo, proteges a los demás; si proteges a los demás, te proteges a ti mismo”. Tenga presente que según la actitud que adoptemos ante una situación, ésta puede ser más o menos difícil. Mantenga en lo posible la calma mental.